La culpa la tiene el lápiz.

Nunca se me dio demasiado bien eso de hablar de sentimientos.
Siempre preferí abusar de la seguridad que me proporciona el escribir una carta sin firma, posdata, ni remite.
Tal vez la culpa la tenga este lápiz a medio afilar.
Es más sencillo echarle la culpa a ese objeto de escritura de que hoy no salga nada productivo de mi cabeza que decir que algo no va bien.
Es menos complicado y da menos problemas, porque, decir que no sale nada bueno por haberme quedado vacía, es algo más hiriente.
Puede que no sepa que escribir porque las pocas órdenes que manda mi cerebro no son lo suficientemente claras para sacar algo lúcido y coherente.
Ya no siento.
Hoy no se sentir.
Ni rabia. Ni lágrimas con sabor a sal. Ni tristeza.
No hay risas de sonrisas perfectamente blancas.
Se acabaron los saltitos de niña pequeña.
El interior se ha quedado absolutamente muerto.
Mi ser hoy se ha vuelto una maleta llena de nada.
Una nada, que a pesar de su condición lo ocupa todo en mí.

Comentarios

Entradas populares