Aprendiz de su dulzura.

Y llega el día en que te das cuenta que tal vez tu única vocación sea escribir.
Solo soy una aprendiz de poeta que pretende plasmar en una hoja cuadriculada todo cuanto a el concierne.
Aprendiz de todas y cada una de las motas que hay en esos grandes ojos color avellana.
Aprendiz de ese idioma para saber leer las historias ocultas tras las constelaciones de los lunares que hay en sus brazos.
Contar los pliegues que aparecen en sus labios cuando haga un mohín.
Bailar un precioso vals con el ritmo que aporta el latir de mi corazón.
Aprendiz de las respiraciones entrecortadas cuando me besa esas tres veces en la cintura.
Aprendiz consumada porque nunca seré capaz de decírselo todo en el tiempo que dejamos de besarnos.
Porque solo he de confesar, que no hay mayor poesía que ver su cuerpo.
Te percatas de tu verdadera vocación cuándo en vez de usar un trozo de papel, se lo escribes todo en la espalda.
Usando como pseudónimo el carmín de mi boca.

Comentarios

  1. Preciosa entrada. Me encanta como expresas el sentir de escribir fundido con el amor.

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    1. Muchisimas Gracias por tus halagos y por pasarte por mi blog Virginia.
      Un besito
      :)

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